lunes, 31 de agosto de 2020

"El loro pelado" (Segunda parte) Prácticas del Lenguaje

 Buenas tardes familias!!!!!! ¿Cómo están? En el día de hoy vamos a seguir trabajando con el cuento leído la semana pasada.

ACTIVIDAD:

Te presentamos aquí tres animales que habitan la selva misionera y podrían formar parte de esta historia. 

Lee esta caracterización sobre ellos así sabés cómo son. 

Papagayos. Estas aves son también conocidas como loros, periquitos, cacatúas, cotorras. Poseen un pico curvado, patas con 4 dedos y son animales en los que destaca su gran inteligencia. Son buenos voladores. También destacan por el colorido de sus plumas y por la variedad de tamaños que se pueden encontrar. 



Tortugas. Son reptiles caracterizados por tener un tronco ancho y corto, y un caparazón que protege los órganos internos de su cuerpo. Mudan o desprenden la piel y los escudos del caparazón poco a poco. 



Yaguaretés. De apariencia similar al leopardo pero de mayor tamaño, más pesado y macizo, con la cabeza más robusta y la cola más corta. La coloración del pelaje varía entre el amarillo y el bayo fuerte en el lomo, aclarándose hasta volverse blanco en las partes inferiores, garganta y contorno de la boca, con algunas manchas oscuras. Sobre ese color tiene manchas en forma de rosetas.


Te propongo que vuelvas a releer este fragmento y lo reescribas eligiendo dos de los  animales que viste arriba. Escribí cómo los imaginas (podés mirar algunas características de la información que leíste) y como podría haber sucedido la historia.

 


El loro voló a otra rama más próxima, siempre charlando: —¡Rico, pan con leche! ... ¡ESTA AL PIE DE ESTE ARBOL ! ... Al oír estas últimas palabras, el tigre lanzó un rugido y se levantó de un salto. —¿Con quién estás hablando? —bramó—. ¿A quién le has dicho que estoy al pie de este árbol? —¡A nadie, a nadie! —gritó el loro—. “¡Buen día, Pedrito! ... ¡La pata, lorito!...” Y seguía charlando y saltando de rama en rama, y acercándose. Pero él había dicho: está al pie de este árbol para avisarle al hombre, que se iba arrimando bien agachado y con la escopeta al hombro. Y llegó un momento en que el loro no pudo acercarse más, porque si no, caía en la boca del tigre, y entonces gritó: —“¡Rica papa!…” ¡ATENCION! —¡Más cer-ca aun! —rugió el tigre, agachándose para saltar. —“¡Rico, té con leche!...” ¡CUIDADO VA A SALTAR! Y el tigre saltó, en efecto. Dio un enorme salto, que el loro evitó lanzándose al mismo tiempo como una flecha en el aire. Pero también en ese mismo instante el hombre, que tenía el cañón de la escopeta recostado contra un tronco para hacer bien la puntería, apretó el gatillo, y nueve balines del tamaño de un garbanzo cada uno entraron como un rayo en el corazón del tigre, que lanzando un bramido que hizo temblar el monte entero, cayó muerto. Pero el loro, ¡qué gritos de alegría daba! ¡Estaba loco de contento, porque se había vengado —¡y bien vengado!— del feísimo animal que le había sacado las plumas!

Voy a esperar ansiosa tu producción!!!! un beso grande!

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